martes, 31 de mayo de 2011

Chistes de jefes y empleados

jefe y empleados
DE EMPLEADO A EMPLEADO:
- ¿Supiste que falleció el jefe?
- Sí, pero quisiera saber quien fue el que falleció con él.
- ¡Cómo? ¿Por qué dices eso?
- ¿No leíste el aviso que puso la empresa?
Decía: ‘…y con él se fue un gran trabajador…’
JEFE:
- Este es el cuarto día que usted llega tarde esta semana. ¿Qué conclusión saca de eso?
EMPLEADO:
- Que hoy es jueves…
DE EMPRESARIO A EMPRESARIO:
- ¿Cómo consigues que tus empleados lleguen puntuales al trabajo?
- Sencillo, tengo 30 empleados, pero sólo 20 estacionamientos!
EMPLEADO:
- Mientras mi jefe actúe como si me estuviera pagando un buen sueldo… yo actuaré como si estuviera haciendo un buen trabajo.
JEFE:
- ¿Quién te ha dicho que puedes pasarte dando vueltas sin trabajar todo el día, sólo porque tuvimos una aventura?
SECRETARIA:
- Mi abogado…
JEFE DE PERSONAL:
- Aquí buscamos un empleado que no se amilane ante ningún trabajo, y no se enferme nunca.
ASPIRANTE:
- OK, buenísimo…! yo le ayudo a buscarlo…!
JEFE:
- Antonio, yo sé que el sueldo no le alcanza para casarse…, pero no se preocupe… algún día me lo agradecerá…!!!
EMPLEADO:
- Jefe, ¿puedo salir hoy dos horas antes? Mi mujer quiere que la acompañe a hacer unas compras.
JEFE:
- De ninguna manera!
EMPLEADO:
- Gracias jefe, yo sabía que usted no me iba a defraudar…!

El emperador y la semilla

Emperador y la semilla
Un emperador en el Lejano Oriente se estaba haciendo viejo y sabía que se acercaba el momento de elegir a su sucesor. Pero en lugar de elegir a uno de sus asistentes o a uno de sus hijos decidió hacer algo diferente. Llamó a todos los jóvenes del reino y los reunió un día. Les dijo, “Es hora de que deje mi trono y elija al siguiente emperador; y he decidido elegir a uno de ustedes.”
¡Los jóvenes quedaron boquiabiertos! Pero el emperador continuó. “Voy a dar a cada uno de ustedes una semilla. Una semilla muy especial. Quiero que la planten, la rieguen y dentro de un año quiero que regresen con lo que haya nacido de esa semilla. Será entonces cuando juzgue a las plantas que traigan y seleccione quién será el siguiente emperador.”
Un muchacho llamado Ling estaba ahí ese día, y él, como los demás, recibió una semilla. Partió a casa y muy emocionado le contó a su madre la historia. Ella le ayudó a conseguir una maceta y tierra fértil; luego él plantó la semilla y con mucho cuidado la regó. Cada día la regaba y miraba si ya estaba germinando.
Después de tres semanas algunos jóvenes comenzaron a hablar de sus semillas y de las plantas que estaban comenzando a crecer.
Ling seguía vigilando su semilla, pero nada crecía. Tres semanas, cuatro semanas, cinco semanas pasaron. Pero nada. Para entonces, los demás hablaban de sus plantas, pero Ling no tenía ninguna, y sentía que había fallado. Pasaron seis meses y nada germinaba aún de la maceta de Ling. Sabía que de alguna manera había matado su semilla.
Todos los demás ya tenían arbolitos y plantas grandes, pero él no. Sin embargo, Ling no decía nada a sus amigos. Simplemente seguía esperando a que su semilla creciera.
Finalmente pasó un año y todos los jóvenes del reino llevaron sus plantas para que el emperador las inspeccionara. Ling le dijo a su madre que no quería llevar su maceta vacía. Pero siendo honesto con lo que había pasado, Lign se sentía muy mal, pero sabía que su madre tenía razón. Llevó su maceta vacía al palacio; y al llegar, se sorprendió de toda la variedad de plantas que habían crecido en las macetas de sus amigos. Eran hermosas y de múltiples formas y tamaños.
Ling puso su maceta vacía en el piso y muchos de los demás jóvenes se rieron de él. Algunos otros sintieron lástima y solo dijeron, “¡Hey! Buen intento.”
Cuando el emperador llegó miró alrededor de la habitación y saludó a los jóvenes. Ling trató de esconderse hasta atrás. “Qué bonitas plantas, árboles y flores han cuidado durante el año,” dijo el emperador. “¡Hoy uno de ustedes será nombrado el siguiente emperador!” Para asombro de todos, el emperador señaló a Ling, que estaba escondido al fondo de la habitación con su maceta vacía. Ordenó a sus guardias que lo trajeran al frente.
Ling estaba aterrorizado. “¡El emperador sabe que soy un fracaso! ¡Tal vez hará que me maten!”
Cuando Ling llegó al frente, el emperador le preguntó su nombre. “Mi nombre es Ling,” contestó. Todos los chicos se reían y se burlaban de él. El emperador pidió a todos que se calmaran. Miró a Ling, y luego anunció a la multitud, “¡Saluden a su nuevo emperador! ¡Su nombre es Ling!”
Ling no podía creerlo, su semilla ni siquiera había germinado. ¿Cómo podría ser el nuevo emperador?
Luego el emperador dijo, “Hoy hace un año les di a cada quien una semilla, les dije que la plantaran, la regaran y la trajeran de regreso hoy. Pero a todos les di semillas hervidas, las cuales nunca podrían crecer. Todos ustedes, excepto Ling, me han traído árboles, plantas y flores. Cuando se dieron cuenta de que las semillas no crecerían, las sustituyeron por otras. Ling fue el único con el coraje y la honestidad de traerme una maceta con mi semilla dentro. Es por eso que él será el nuevo emperador.”
  • Si plantas honestidad, cosecharás confianza.
  • Si plantas bondad, cosecharás amigos.
  • Si plantas humildad, cosecharás grandeza.
  • Si plantas perseverancia, cosecharás victoria.
  • Si plantas consideración, cosecharás harmonía.
  • Si plantas trabajo arduo, cosecharás éxito.
  • Si plantas perdón, cosecharás reconciliación.
  • Si plantas apertura, cosecharás intimidad.
  • Si plantas paciencia, cosecharás mejoras.
  • Si plantas fe, cosecharás milagros.
Pero
  • Si plantas deshonestidad, cosecharás desconfianza.
  • Si plantas egoísmo, cosecharás soledad.
  • Si plantas orgullo, cosecharás destrucción.
  • Si plantas envidia, cosecharás problemas.
  • Si plantas flojera, cosecharás estancamiento.
  • Si plantas amargura, cosecharás aislamiento.
  • Si plantas avaricia, cosecharás pérdidas.
  • Si plantas chismes, cosecharás enemigos.
  • Si plantas preocupaciones, cosecharás arrugas
  • Si plantas pecados, cosecharás culpas.

Las brujas más famosas

brujas
Según su Historia, se dice que las supuestas brujas fueron perseguidas durante largo tiempo, muchas veces por miedo, otras veces siendo utilizadas como cabezas de turco, y en algunos momentos de crisis acusar al vecino de brujería llegó a ser una forma rápida y eficaz de librarse de él.
Ya Carlomagno (siglo VIII) ordenó la muerte para quienes provocaban tempestades que estropeaban las cosechas, hacían estéril al ganado o causaban enfermedades a otras personas. La manera en cómo se probaban estas acusaciones no parece muy “científico”.
Documentos religiosos anteriores lo que condenaban era creer en brujería, y encomendaban a los sacerdotes la misión de velar por que sus feligreses no cayeran en las ilusiones de Satán, que era quien les hacía ver esos fenómenos inexplicables (como creerse capaces de volar a lomos de bestias salvajes o ver tal cosa).
En 1484 el Papa Inocencio VIII promulga una bula, la Summis desiderantes, en una especie de declaración de guerra abierta contra las brujas, que instigadas por el Maligno, Enemigo de la Humanidad, asesinaban a niños en el vientre de la madre y se daban a los excesos.
A partir de ese momento, se designa a los dominicos Kramer y Sprenger como inquisidores encargados de perseguir estas “depravaciones”. Estos serían los autores del Maellus maleficarum o Martillo de las maléficas (1486). Se abría la veda para la persecución con todas sus consecuencias, pudiendo recurrir sin problemas a las torturas con tal de lograr confesiones.

Las brujas más famosas.

  • Blair: En 1785, en este pueblo de Maryland, Estados Unidos, los ciudadanos mataron a la anciana Elly Kedward, la cual acusaron de brujería. Mecanismo: muerte en el bosque en medio de un crudo invierno. Posteriormente y hasta fines del siglo 20 siguieron las leyendas en su nombre.
  • Juana de Arco: En 1431, en Ruán, Francia, los ingleses la quemaron por hereje. Juana había conducido el ejército francés y tenía visiones místicas. Fue torturada y quemada en la hoguera. En 1920 La Iglesia la declaró santa.
  • Brujas de Salem: En el año 1692, en la actual Massachusetts, Estados Unidos, 200 personas fueron detenidas y acusadas de brujería, 25 de ellas condenadas a muerte en la horca.
  • Ana Bolena 1507-1536: fue la segunda esposa de rey Enrique VIII de Inglaterra. Cayó en desgracia al no poder darle un hijo varón a su marido así que él la demandó por alta traición, incesto, adulterio y herejía.
  • Madre Shipton: Ursula Nato Sontheil nació en 1488 hija de una joven que dio a luz en una cueva al norte de Yorkshaire, Inglaterra,cerca de una antigua fuente con supuestos poderes místicos. La madre de Ursula quedó embarazada a la corta edad de 15 años de un Noble del área de Yorkshire.
  • Berwick: En el siglo XVI, en Escocia, sentenciaron a muerte un grupo de lugareños acusados de provocar una tormenta para matar al rey James I y otros actos de brujería.
  • Joan Wytte: Conocida también por el sobrenombre de “El hada luchadora de Bodmin”. Mujer de Cornualles. Se decía que era clarividente y la que la gente acudía a ella para adivinar su futuro y sanarse de múltiples dolencias.
  • Zugarramurdi: El proceso de las brujas de Logroño ha sido considerado como uno de los más importantes de su época. Para unos fue objeto de grandes críticas, mientras que otros lo consideran como unas medidas necesarias para reprimir el culto a la brujería.
  • Margaret Jones: En 1648 Margaret Jones, esposa de Guillermo Jones, se convierte en la primera persona ejecutada por Bruja en la colonia de Massachussets Bay. Era médico en Boston y fue acusada de brujería después de que varios pacientes suyos murieran.
  • Juana de Navarra: Juana de Navarra nació en Pamplona, el 10 de julio de 1370, siendo la sexta de los 7 hijos de Carlos II el Malo, rey de Navarra, y de Juana de Francia. Siendo sus abuelos maternos Juan II de Francia y Bona de Luxemburgo.
Fuente: http://www.tarotdelamanecer.com/las-brujas/

Hechos que probablemente ignorabas sobre la vida en el espacio

Durante un día en el espacio se experimentan 16 amaneceres.
En una órbita terrestre baja, el sol sale y se pone cada 90 minutos. Por este motivo es muy difícil para los astronautas dormir bien y esto se debe a la ausencia de un día normal (con un ciclo diurno y uno nocturno). Para contrarrestar esto, los administradores de la Estación Espacial Internacional, establecieron para los astronautas ciclos de 24 horas basados en el calendario terrestre. Los relojes a bordo de la EEI se establecieron en Tiempo Medio de Greenwich (GMT).
En el espacio los astronautas crecen entre cinco y ocho centímetros.
Sin la fuerza de compresión de la gravedad, la columna vertebral se expande y crece en altura, por lo general entre 5 y 8 cm. Lamentablemente, esta altura extra puede traer complicaciones que suelen incluir el dolor de espalda y problemas nerviosos.
Los astronautas no roncan.
Esto sucede porque la gravedad juega un papel dominante en la generación de apneas, hipopneas y los ronquidos. La NASA ha registrado que miembros de la tripulación que roncaban habitualmente en la Tierra dejaban de hacerlo bajo los efectos de la microgravedad.
El tiempo más largo que una persona pasó en el espacio es de 438 días.
Valeri Vladímirovich Poliakov es un cosmonauta ruso que tiene el récord de permanencia en el espacio al permanecer a bordo de la estación espacial MIR durante 14 meses en un único viaje. Su estancia total en el espacio en todos sus viajes se alarga a 22 meses.
Solo 3 astronautas han muerto en el espacio (por encima de los 100 Km).
Hasta el momento han muerto 11 astronautas en incidentes de capacitación y 18 en accidentes en vuelo. De esas 18, sólo la tripulación de la Soyuz 11 en 1971, murió realmente en el espacio. EE.UU. marca la frontera del espacio a 50 kilómetros de altura, mientras que la FAI define el espacio a una altura de 100 km. El último vuelo del Challenger en 1986 nunca llegó a esta altura.
La tripulación de la Soyuz 11, Georgi Dobrovolski, Viktor Patsayev y Vladislav Volkov, batió el récord de permanencia en el espacio y se logró habitar por primera vez una estación espacial, la Salyut 1. Sin embargo los cosmonautas, que no llevaban trajes espaciales, fallecieron cuando la nave se despresurizó, por la falla de una válvula de presión (como posteriormente fue comprobado por una misión de rescate)

Fuente

Curiosidades de la Segunda Guerra Mundial

segunda guerra mundial
  • Esta foto es la más famosa de la historiamilitar norteamericana, no fue originalmente tomada en combate, sino en el momento del reemplazo de la bandera.
  • La locutora propagandística de la Radio Berlín Mildred Gillars (conocida como Axis Sally), era norteamericana.
  • El embajador del Perú en Tokio, Ricardo Rivera Schreiber, advirtió a la embajada de Estados Unidos sobre un inminente ataque japonés a Pearl Harbor en los inicios de 1941, pero no tomaron en cuenta su mensaje. El ataque se produjo en el mes de diciembre.
  • El acorazado Bismarck, el más poderoso de Alemania, fue construido en 5 años, pero sólo duró 9 días en el mar antes de ser hundido por la flota británica.
  • Durante la batalla de Midway, los cuatro portaaviones japoneses fueron derribados en un lapso de cinco minutos.
  • Los soviéticos ametrallaban a los niños en Stalingrado por llevarles agua a los alemanes a cambio de pan.
  • Los rusos entrenaban perros cargados con explosivos para meterse debajo de los tanques y hacerlos explotar.
  • Dresden fue una de las ciudades más bombardeadas de la Segunda Guerra Mundial: pero ahí no habían industrias bélicas ni fuerzas militares, sino civiles, heridos, enfermos y refugiados.
  • Los últimos soldados que lucharon por la defensa de Berlín eran no alemanes.
  • El desarrollo de la bomba atómica en Alemania fue desechada por Hitler por ser “tecnología judía“.
    La “V” de la victoria fue idea del belga Victor De Laveleye quien pidió a sus compatriotas escribirla en las paredes como signo de confianza en la victoria.
  • 500000 rusos pelearon en Stalingrado al lado de los alemanes.
  • El primer disparo de la Segunda Guerra Mundial lo hizo el acorazado alemán Schleswig Holstein en la bahía de Danzig.
  • El crucero ligero Phoenix fue uno de los buques sobrevivientes del ataque japonés en Pearl Harbor. Éste barco fue vendido a Argentina y rebautizado como General Belgrano siendo hundido por el submarino inglés HMS Conqueror en la Guerra de las Malvinas.
  • El U-977 fue el último submarino alemán en rendirse: lo hizo en Argentina.
  • El U-234 tenía la misión de enviar 500 kilos de uranio y un paquete del cohete V2 y el avión Me-262 a Japón, durante el último año de la guerra. No lograron su cometido ya que en mitad de camino Alemania se rindió.
  • Más de la mitad de los aviadores norteamericanos que murieron fueron por accidentes.
  • Elyeza Bazna, fue el espía alemán más caro. La solución fue simple: le pagaban con billetes falsos.
  • Los aviones japoneses fueron detectados tres veces por los norteamericanos antes de iniciarse el ataque en Pearl Harbor.
  • Gran parte de la resistencia francesa tuvo que ser desarmada luego de la liberación, por ser comunistas.
  • 20000 franceses lucharon por Alemania en las Waffen SS de la división Carlomagno.
  • Stalin en español significa “hombre de hierro”.
  • El actor Audie Murphy fue el soldado más condecorado de los Estados Unidos.
  • Charles De Gaulle, el personaje más importante de la resistencia francesa, no se enteró de la operación del desembarco aliado a Normandía sino hasta dos días antes de empezar ésta.
  • Las fuerzas norteamericanas sufrieron 929307 casos de fatiga de guerra: el 26% del total de las bajas.
  • El soldado alemán no tenía uniforme de invierno ni camuflaje para la nieve.
  • Las tropas alemanas llamaban Laura al fusil de reglamento.
  • La cantidad total de civiles muertos en Estados Unidos fue seis.
  • La cantidad total de civiles muertos en Unión Soviética supera los 20 millones.

lunes, 16 de mayo de 2011

jueves, 5 de mayo de 2011

El monje que vendio su ferrari: 13 El secreto de la felicidad de por vida

TRECE

El secreto de la felicidad de por vida


Cuando admiro la maravilla de un ocaso o la belleza de la luna, toda mi alma se ensancha adorando al Creador.
Mahatma Gandhi

Más de doce horas habían transcurrido desde que Julián llegara a mi casa la noche anterior para explicarme las enseñanzas que él había recibido en Sivana; las doce horas más importantes de mi vida. De improviso me sentía jubiloso, motivado e incluso liberado. Julián había cambiado mi manera de ver la vida con la fábula del yogui Raman y las virtudes que representaba. Me daba cuenta de que no había empezado siquiera a explorar las posibilidades de mi potencialidad. Había estado derrochando los dones que la vida había puesto a mi paso. Las enseñanzas de Julián me habían brindado la oportunidad de luchar a brazo partido con las heridas que me impedían vivir con la risa, la energía y la satisfacción que yo sabía que merecía. Estaba emocionado.
—Tendré que irme pronto. Tú tienes compromisos que te urgen y yo tengo cosas que hacer —dijo Julián con tono de disculpa.
—Mi trabajo puede esperar.
—El mío no —dijo con una sonrisa—. Pero antes de partir debo revelarte el último elemento de la fábula mágica. Recordarás que el luchador de sumo salía del faro sin nada encima salvo un cable rosa que le cubría las partes, resbalaba en un cronógrafo de oro y caía al suelo. Tras lo que parecía una eternidad, finalmente recobraba el conocimiento al percibir la fragancia de las rosas amarillas. El luchador se ponía en pie de un salto y quedaba pasmado al ver un largo y sinuoso sendero atiborrado de pequeños diamantes. Pues bien, nuestro amigo el luchador enfilaba ese camino y vivía feliz para siempre.
—No está mal. —Reí.
—El yogui Raman tenía una gran imaginación, lo reconozco. Pero tú has visto que la historia encierra una finalidad y que los principios que simboliza no sólo son poderosos sino sumamente prácticos.
—Es verdad —admití.
—El sendero de los diamantes te recordará, pues, la virtud final de la vida esclarecida. Aplicando este principio a lo largo de tu jornada de trabajo, podrás enriquecer tu vida de un modo que me resulta difícil describir. Empezarás a ver exquisitas maravillas en las cosas más simples y vivirás en el éxtasis que te mereces. Y cumpliendo tu promesa de compartir esta sabiduría con otras personas, facilitarás que también ellos transformen su mundo de ordinario en extraordinario.
—¿Me costará mucho aprender esto?
—El principio en sí es muy fácil de entender. Pero aprender a aplicarlo con eficacia en todos los momentos del día te llevará un par de semanas de práctica continuada.
—Adelante, me muero de ganas.
—Los Sabios de Sivana creían que una vida realmente gozosa y gratificante sólo se consigue mediante un proceso que ellos llamaban «vivir en el ahora». Los yoguis sabían que el pasado ya no está y que el futuro es un sol lejano en el horizonte de tu imaginación. El momento que cuenta es el ahora. Aprende a vivir en él, a paladearlo.
—Entiendo lo que dices, Julián. Parece que siempre estoy preocupándome por cosas pasadas que no tengo el poder de cambiar, cuando no por cosas venideras, que luego nunca llegan. Siempre tengo en la cabeza mil pensamientos que me arrastran hacia mil direcciones diferentes. Es muy frustrante.
—¿Por qué?
—¡Eso me agota! Será que no tengo la conciencia tranquila. Y sin embargo ha habido momentos en que mi mente estaba ocupada sólo en lo que tenía ante mí. A veces me pasaba cuando tenía algún resumen que hacer y no me quedaba tiempo para pensar en otra cosa que en esa tarea. También lo he experimentado cuando jugaba al fútbol con los chicos y quería ganar. Las horas me pasaban volando. Era como si lo único importante fuera lo que estaba haciendo en ese preciso instante. Todo lo demás, las preocupaciones, las facturas, la abogacía, no importaba. Y ahora que lo pienso, creo que en esos momentos es cuando más sosegado me encontraba.
—Buscar algo que te plantea un verdadero reto es la ruta más segura para la satisfacción personal. Pero la auténtica clave a recordar es que la felicidad es un viaje, no un destino. Vive hoy, pues ya no habrá otro día igual que éste —afirmó Julián, juntando las manos como para ofrecer una oración de gracias por ser conocedor de lo que acababa de decir.
—¿Ése es el principio que el sendero de los diamantes simboliza en la fábula del yogui Raman?
—Sí. Igual que el luchador de sumo encuentra la satisfacción y la alegría andando por esa senda, tú puedes tener la vida que mereces tan pronto empieces a comprender que el sendero por el que estás caminando está lleno de diamantes y otros tesoros. No pases tanto tiempo persiguiendo los grandes placeres de la vida mientras descuidas los pequeños. Afloja el ritmo. Disfruta la belleza de todo cuanto te rodea. Te lo debes a ti mismo.
—¿Significa eso que debería dejar de marcarme grandes objetivos para el futuro y concentrarme en el presente?
—No —replicó Julián—. Como he dicho antes, los objetivos y los sueños de futuro son esenciales en toda vida de éxito. Esperar lo que vendrá a continuación es lo que te hace levantar de la cama cada mañana y lo que te inspira día a día. Las metas dan vigor a la vida. Lo que digo es que no dejes de lado la felicidad por temor de la realización. No dejes para más tarde las cosas que son importantes para tu bienestar y tu satisfacción personal. Has de vivir plenamente el día de hoy, no esperes a ganar la lotería o a jubilarte. La vida no hay que postergarla.

Julián se puso en pie y empezó a pasearse por el salón, como un abogado veterano que estuviera desgranando sus últimos argumentos en su apasionado alegato final.
—No te engañes pensando que serás un marido más afectuoso cuando tu bufete contrate a unos cuanto abogados jóvenes para aligerar la carga. No te engañes creyendo que empezarás a enriquecer tu mente, cuidar tu cuerpo y nutrir tu alma cuando tu cuenta bancaria sea más voluminosa y dispongas de más tiempo libre. Hoy es el día de disfrutar el fruto de tus esfuerzos. Hoy es el día de agarrar la oportunidad y vivir una vida pletórica. Hoy es el día de vivir según tu imaginación, de cosechar tus sueños. Y, por favor, jamás olvides el don de la familia.
—No estoy seguro de saber lo que quieres decirme.
—Vive la infancia de tus hijos —dijo.
—¿Qué? —repuse perplejo por la aparente paradoja.
—Pocas cosas hay tan importantes como formar parte de la infancia de tus hijos. ¿Qué sentido tiene subir los peldaños del éxito si te pierdes los primeros pasos de tus hijos? ¿Qué sentido tiene poseer la casa más grande de tu barrio si no tienes tiempo de crear un hogar? ¿De qué sirve ser conocido en todo el país como un excelente abogado si tus hijos no conocen siquiera a su padre? —Julián hablaba ahora temblando de emoción—. Sé de lo que hablo.
Este último comentario me anonadó. Todo lo que yo sabía de Julián era que había sido un superabogado que se codeaba con los ricos y los famosos. Sus aventuras con nubiles modelos eran casi tan legendarias como su destreza en el tribunal. ¿Qué podía saber este ex millonario y playboy de lo que era ser padre? ¿Qué podía saber él del esfuerzo diario a que yo me enfrentaba tratando de ser al mismo tiempo un gran padre y un abogado de éxito? Pero el sexto sentido de Julián me cautivó.
—Yo también sé algo de esas bendiciones a las que llamamos hijos —dijo en voz baja.
—Pero yo pensaba que eras el soltero más cotizado de la ciudad antes de que arrojaras la toalla y renunciaras a la abogacía.
—Cuando aún no me obnubilaba la ilusión del frenético estilo de vida por el que me hice famoso, estuve casado. —Hizo una pausa, como un niño antes de decir a su mejor amigo un secreto muy bien guardado—. Lo que ignoras es que también tuve una hija. Era la criatura más dulce y delicada que he conocido. Por entonces yo era como tú cuando nos conocimos: engreído, ambicioso y lleno de esperanza. Tenía todo lo que se podía desear. La gente me decía que mi futuro era brillante, que mi esposa era hermosa y mi hija maravillosa. Pero cuando la vida parecía tan perfecta, me quedé sin nada de la noche a la mañana.
Por primera vez desde su regreso, la cara alegre de Julián se sumió en la tristeza. Una lágrima resbaló por una de sus bronceadas mejillas y cayó sobre la tela aterciopelada de su túnica roja. Me quedé perplejo.
—No tienes por qué continuar, Julián —dije, poniendo un brazo sobre su hombro para consolarle.
—Quiero hacerlo, John. De todos cuantos conocí en mi antigua vida, tú eras el más prometedor. Como te he dicho, me recordabas mucho a mí mismo cuando era joven. Incluso ahora, aún tienes mucho que decir. Pero si sigues viviendo de esta manera, vas camino del desastre. Aún tienes muchas maravillas que explorar, muchos momentos para disfrutar.
»El conductor borracho que mató a mi hija no se llevó solamente una vida preciosa en aquella soleada tarde de octubre, sino dos. Al fallecer mi hija, mi vida dio un vuelco. Empecé a pasarme el día entero en mi despacho, esperando tontamente que mi profesión me salvara del dolor. Algunos días dormía incluso en un diván de la oficina, pues temía volver a casa y enfrentarme a los recuerdos. Y si bien mi carrera experimentó un brusco despegue, mi mundo interior era un desastre. Mi mujer, que había sido mi compañera de siempre desde la facultad, me dejó alegando como razón principal, la gota que colma el vaso, mi obsesión por el trabajo. Mi salud se deterioró y fui cayendo en la espiral de esa vida infame en que estaba metido cuando nos conocimos. Tenía todo lo que se podía comprar con dinero, por supuesto. Pero a cambio vendí mi alma —concluyó emocionado, fallándole la voz.
—Entonces cuando dices «vive la infancia de tus hijos», me estás diciendo que dedique tiempo a verlos crecer. Es eso, ¿verdad?
—Incluso hoy, veintisiete años después de que ella nos dejara mientras la acompañábamos a la fiesta de cumpleaños de su mejor amiga, daría cualquier cosa por oír la risa de mi hija una vez más, o jugar con ella al escondite como hacíamos en nuestro jardín. Me encantaría poder abrazarla y acariciar sus cabellos dorados. Ella se llevó una parte de mi corazón al morir. Y aunque mi vida ha encontrado nueva inspiración desde que descubrí el camino del esclarecimiento allá en Sivana, no pasa un solo día que no vea la sonrosada cara de mi hija en mi mente. Tienes unos hijos preciosos, John. No te pierdas el bosque por culpa de los árboles. El mejor regalo que puedes dar a tus hijos es tu amor. Procura conocerlos. Muéstrales que son más importantes para ti que las fugaces recompensas de tu profesión. Ellos se marcharán muy pronto, formarán una familia. Entonces será demasiado tarde, ya no habrá tiempo.

Julián me había llegado a lo más hondo. Supongo que yo sabía desde hace tiempo que mi adicción al trabajo estaba aflojando poco a poco mis lazos familiares. Pero era como las brasas que arden lentamente, acumulando energía antes de revelar todo el alcance de su potencial destructivo. Sabía que mis hijos me necesitaban, aunque ellos no me lo hubieran dicho. El tiempo iba pasando y mis hijos crecían rápidamente. Yo no recordaba cuándo había sido la última vez que mi hijo Andy y yo habíamos dedicado una mañana de sábado para ir a pescar a ese sitio que tanto le gustaba a su abuelo. Hubo un tiempo en que íbamos a pescar cada semana. Ahora se había convertido en un recuerdo lejano.
Cuanto más pensaba en ello, más me afectaba. Recitales de piano, juegos de Navidad, campeonatos infantiles, todo había quedado relegado en beneficio de mi carrera profesional.
No había duda de que me estaba deslizando por esa pendiente peligrosa que mencionaba Julián. En ese instante decidí cambiar.
—La felicidad es un viaje —prosiguió Julián, hablando otra vez con pasión—. Es también una elección que tú debes hacer. Puedes maravillarte de los diamantes que hay en el camino o puedes seguir corriendo toda tu vida, persiguiendo ese cofre del tesoro que a la postre resulta estar vacío. Disfruta esos momentos que cada día te ofrece, porque hoy es lo único que tienes.
—¿Se puede aprender a vivir en el presente?
—Desde luego. Sean cuales sean tus circunstancias actuales, puedes entrenarte para disfrutar el don de la vida y llenar tu existencia con las joyas de la vida cotidiana.
—¿No eres demasiado optimista? Piensa en alguien que lo ha perdido todo debido a un mal negocio. Imagina que no sólo está en bancarrota financiera sino también emocional.
—La magnitud de tu cuenta bancaria y la de tu casa no tienen nada que ver con la sensación de alegría. Este mundo está lleno de millonarios desdichados. ¿Crees que a los sabios que conocí en Sivana les preocupaba tener una cuenta saneada y adquirir una casa de veraneo en la Costa Azul?
—Entiendo.
—Hay una gran diferencia entre tener mucho dinero y tener mucha vida. Cuando empieces a emplear aunque sean cinco minutos al día en practicar el arte de la gratitud, cultivarás la riqueza de la vida que persigues. Incluso esa persona que mencionabas en tu ejemplo puede encontrar muchas cosas por las que estar agradecido, sea cual sean sus apuros económicos. Pregúntale si aún conserva la salud, la familia y la buena reputación. Pregúntale si le complace ser ciudadano de este gran país y si tiene un techo sobre su cabeza. Tal vez no tenga otros activos que una gran capacidad para trabajar y tener grandes sueños. Sin embargo, se trata de cosas por las que debería sentirse agradecido. Incluso los pájaros que cantan frente a tu ventana en un espléndido día de verano son también un regalo para la persona sabia. Recuerda, John, la vida no siempre te da lo que pides, pero sí te da lo que necesitas.
—Entonces, dar gracias cada día por lo que tengo, sea material o espiritual, ¿me hará desarrollar el hábito de vivir el presente?
—Sí. Es un método muy efectivo para vivir a fondo tu vida. Cuando saboreas el «ahora», lo que haces es avivar el fuego de la vida que permite cultivar tu destino.
—¿Cultivar mi destino?
—Sí. He dicho antes que todos recibimos ciertos talentos, ciertas aptitudes. Cada individuo es un genio.
—No conoces a algunos abogados con los que trabajo —bromeé.
—Todo el mundo —dijo Julián enfáticamente—. Todos tenemos algo para lo que estamos hechos. Tu genio saldrá a relucir y serás feliz tan pronto descubras tu propósito y dirijas hacia él todas tus energías. Una vez estés conectado con esta misión, tanto si se trata de ser un gran profesor o un inspirado artista, tus deseos se colmarán sin esfuerzo. Ni siquiera tendrás que probarlo. En realidad, cuanto más lo intentas, más tardas en lograr tus objetivos. Lo que debes hacer es seguir el camino que marcan tus sueños confiando plenamente en la recompensa. Eso te llevará a tu destino divino.
»Cuando yo era pequeño, a mi padre le encantaba leerme un cuento de hadas titulado Pedro y el hilo mágico. Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus maestros y sus amigos. Pero tenía una debilidad.
—¿Cuál?
—Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana. Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda. Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.
»La anciana le dijo: "Pedro, éste es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días." Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La anciana se la entregó.
»Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.
»De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero él seguía sin poder vivir el momento. De modo que, una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.
»Pedro comprobó que ahora tenía noventa años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado vidas propias lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de la maravillas de la vida. Nunca había ido a pescar con sus hijos ni paseado con Elisa a la luz de la luna. Nunca había plantado un huerto ni leído aquellos hermosos libros que a su madre le encantaba leer. En cambio, había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.
»Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente. Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana que muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla. Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida." "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida." Dicho esto se quedó otra vez dormido.
»Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quién podrá ser ahora?, se preguntó. Cuál no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez. "Date prisa, Pedro. Duermes demasiado. Tus sueños te harán llegar tarde a la escuela si no te levantas inmediatamente", le reprendió su madre. Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezó a vivir el ahora.
—Una historia sorprendente —dije.
—Por desgracia, John, la historia de Pedro y el hilo mágico no es más que eso, un cuento. En el mundo real nunca tenemos una segunda oportunidad de vivir la vida con plenitud. Hoy es tu oportunidad de despertar a ese regalo que es la vida... antes de que sea tarde. El tiempo se escurre entre los dedos como los granos de arena. Que este nuevo día sea el inicio de tu vida, el día en que tomas la decisión de concentrarte en lo más importante para ti. Toma la decisión de invertir más tiempo con quienes dan sentido a tu vida. Deléitate en el poder de esos momentos especiales. Haz las cosas que siempre has querido hacer. Escala esa montaña que siempre has querido escalar o aprende a tocar la trompeta. Baila bajo la lluvia o monta un nuevo negocio. Aprende a amar la música, aprende un nuevo idioma y reaviva el placer de tu infancia. Deja de posponer tu felicidad a expensas de la realización. ¿Por qué no disfrutar del proceso? Empieza a atender a tu alma. Éste es el camino del nirvana.
—¿El nirvana?
—Los Sabios de Sivana aseguran que el destino final de todas las almas esclarecidas es un lugar llamado Nirvana. En realidad, más que un lugar físico, el nirvana es un estado que trasciende todo lo conocido. En el nirvana todo es posible. No hay sufrimiento, y la danza de la vida se ejecuta con perfección divina. Alcanzar el nirvana es para los sabios entrar en el cielo sin abandonar la tierra. Ésta es su meta en la vida —comentó Julián, radiante de paz, casi como un ángel.
»Todos estamos aquí por una razón especial —dijo proféticamente—. Medita sobre tu verdadera vocación y sobre cómo puedes darte a los demás. Deja de ser un prisionero de la gravedad. Hoy mismo, prende la chispa de la vida y déjala arder. Empieza a aplicar los principios y las estrategias que he compartido contigo. Sé todo lo que puedas ser. Llegará el momento en que también tú probarás los frutos del nirvana.
—¿Cómo sabré cuándo he alcanzado ese estado de esclarecimiento?
—Pequeños indicios te lo irán mostrando. Empezarás a notar la santidad en todo lo que te rodea: la divinidad de un rayo de luna, el encanto de un deslumbrante cielo azul en pleno verano, el fragante capullo de una margarita o la risa de un niño travieso.
—Julián, te prometo que el tiempo que has pasado conmigo no ha sido en vano. Me dedicaré a vivir según las enseñanzas de los Sabios de Sivana y cumpliré mi promesa de compartirlas con personas que se beneficiarán de tu mensaje. Te doy mi palabra —dije, sintiendo una gran emoción.
—Divulga el rico legado de los sabios. Quienes te rodean se beneficiarán de este saber y mejorarán la calidad de sus vidas, como tú mejorarás la tuya. Y recuerda que el viaje es para disfrutarlo. El camino es igual de bueno que su final.
Dejé que Julián continuara.
—El yogui Raman sabía mucho de contar historias, pero hay una que destaca sobre las demás. ¿Puedo contártela?
—Desde luego.
—Hace muchos años, en la antigua India, un marajá quiso erigir un gran tributo a su esposa como muestra del amor y el cariño que sentía por ella. El marajá quería construir un edificio que no se pareciera a ningún otro, un edificio que brillara en la noche y que la gente pudiera admirar en siglos venideros. Así que día a día, bloque a bloque, sus obreros se afanaban bajo un sol abrasador. El edificio iba tomando cuerpo poco a poco, cada vez se parecía más a un monumento, un hito de amor destacándose contra el azul cielo indio. Finalmente, tras veintidós años de avances paulatinos, el palacio de mármol puro quedó terminado. ¿Sabes de qué estoy hablando?
—Ni idea.
—Del Taj Mahal, una de las siete maravillas del mundo. Lo que trato de decir es simple: todos los pobladores de este planeta son una maravilla. Cada uno de nosotros es un héroe, de un modo u otro. Cada uno de nosotros tiene el potencial para hacer grandes cosas, para alcanzar la felicidad y sentirse satisfecho. Todo lo que se necesita es dar pequeños pasos en la dirección que marcan nuestros sueños. Como el Taj Mahal, una vida colmada de maravillas se construye día a día, bloque a bloque. Las pequeñas victorias conducen a las grandes victorias. Esos cambios casi insignificantes, esas mejoras que te he sugerido, producirán hábitos positivos. Los hábitos positivos producirán a su vez resultados. Y los resultados inspirarán un cambio más importante en lo personal. Empieza a vivir cada día como si fuera el último. A partir de hoy, aprende más, ríe más y haz lo que realmente te encanta hacer. No renuncies a tu destino: lo que está detrás de ti y lo que está delante de ti importa poco comparado con lo que está dentro de ti.
Y sin decir más, Julián Mantle, el abogado millonario convertido en monje esclarecido, se puso en pie, me abrazó como al hermano que nunca tuvo y salió de mi sala de estar al calor de otro día sofocante. Al quedarme solo y reflexionar, advertí que la única prueba que tenía de la extraordinaria visita de aquel sabio mensajero descansaba delante de mí sobre la mesita de centro. Era su taza vacía.


Resumen de acción del capítulo 13
La sabiduría de Julián en pocas palabras


El símbolo:


La virtud:

Abrazar el presente


La enseñanza:

•  Vivir en el «ahora». Paladear el presente
•   No sacrificar la felicidad a expensas de la realización
•  Saborear el viaje y vivir cada día como si fuera el último


Las técnicas:

Vivir la infancia de los hijos
Practicar la gratitud
Cultivar el propio destino


Cita valiosa:

Todos estamos aquí por una razón especial. Deja de ser un prisionero de tu pasado. Conviértete en arquitecto de tu futuro.


Las 7 virtudes imperecederas
de la vida esclarecida


Virtud 1: Dominar la mente

Símbolo:  
 Elardín esplendoroso
Virtud 2: Seguir el propósito

Símbolo:
El faro imponente

Virtud 3: Practicar el Kaizen

Símbolo:

   El luchador de sumo

Virtud 4: Vivir con disciplina

Símbolo:

   El cable de alambre rosa

Virtud 5: Respetar el propio tiempo

Símbolo: El cronógrafo de oro

Virtud 6: Servir desinteresadamente a los otros

Símbolo:

   Las rosas fragantes

Virtud 7: Abrazar el presente

Símbolo:
    El sendero de los diamantes

FIN DE “EL MONJE QUE VENDIÓ SU FERRARI”

El monje que vendio su ferrari: 12 El propósito fundamental de la vida


DOCE

El propósito fundamental de la vida



Todo lo que vive no vive solo, no para sí mismo.
WlLLIAM BLAKE

—Los Sabios de Sivana no eran sólo las personas más juveniles que he conocido —observó Julián—, sino también las más bondadosas. El yogui Raman me contó que de pequeño, cuando se acostaba, su padre iba a su choza cubierta de rosas y le preguntaba qué buenas obras había hecho durante el día. Lo creas o no, si el niño decía que no había hecho ninguna, su padre le exigía que se levantara e hiciera algún acto altruista. De lo contrario no le dejaba acostarse.
»Una de las virtudes esenciales para la vida esclarecida que puedo compartir contigo, John, es ésta: en el último momento, al margen de lo que hayas conseguido, al margen de las casas de veraneo que puedas tener, al margen de los coches que puedas acumular en tu garaje, la calidad de tu vida se reducirá a la calidad de lo que has aportado.
—¿Tiene algo que ver con las rosas amarillas de la fábula del yogui Raman?
—Desde luego que sí. Las flores te recordarán el antiguo proverbio chino que dice: «La mano que te da unas rosas siempre conserva un poco de la fragancia.» El sentido está claro: cuando trabajas para mejorar la vida de los demás, indirectamente estás elevando la tuya. Cuando te preocupas de realizar actos bondadosos diariamente y al azar, tu propia vida se enriquece y gana en significado. Para cultivar la santidad de cada día, sirve a los demás de alguna manera.
—¿Sugieres que me meta en alguna organización de voluntarios? —pregunté.
—Sería un excelente punto de partida. Pero en realidad estoy hablando de algo más filosófico. Lo que sugiero es que adoptes un nuevo paradigma de tu papel en este planeta.
—Me he perdido otra vez. Aclárame el sentido de la palabra «paradigma».
—Un paradigma no es más que un modo de ver una circunstancia o la vida en general. Algunas personas ven el vaso de la vida medio vacío. Los optimistas lo ven medio lleno. Interpretan la misma circunstancia de manera distinta porque han adoptado un paradigma distinto. Un paradigma es, básicamente, la lente a través de la cual ves los acontecimientos de la vida, tanto externos como internos.
—Entonces, cuando sugieres que adopte un nuevo paradigma, ¿me estás diciendo que debo cambiar mi punto de vista?
—En cierto modo. Para mejorar drásticamente la calidad de tu vida, debes cultivar una nueva interpretación de por qué estás aquí en la tierra. Debes comprender que, del mismo modo que viniste al mundo sin nada, tendrás que irte de él sin nada. Por consiguiente, sólo puede haber una única razón para que estés aquí.
—¿Y cuál sería?
—Entregarte a los demás y contribuir en todo lo que puedas. No estoy diciendo que no puedas tener tus juguetes o que hayas de dejar tu trabajo y dedicarte a los desposeídos, aunque recientemente he conocido personas que han optado por esa línea de acción y están muy satisfechas. Nuestro mundo está en plena transformación. La gente cambia dinero por sentido. Abogados que juzgaban a la gente por la magnitud de sus carteras la juzgan ahora por la magnitud de su compromiso con los demás, por el tamaño de su corazón. Muchos profesores están abandonando la seguridad de sus aulas para nutrir el crecimiento intelectual de los chicos marginados. La gente ha oído claramente la llamada del cambio. Se dan cuenta de que están aquí por algo y que se les han concedido unos dones que pueden ayudarlos a realizar ese propósito.
—¿Qué clase de dones?
—Exactamente los mismos que te he mencionado esta noche: capacidad mental, energía sin límite, gran creatividad, disciplina y sosiego. Se trata de abrir todos esos tesoros y aplicarlos en un bien común —comentó Julián.
—Entiendo. ¿Y cómo se empieza a hacer el bien?
—Sólo estoy diciendo que deberías considerar prioritario el cambiar tu visión del mundo y empezar a verte no puramente como un individuo sino como parte de la colectividad.
—¿Que debería volverme más bueno y amable?
—Piensa que la cosa más noble que puedes hacer es dar a los otros. Los sabios de Oriente lo denominan «despojarse de los grilletes del yo». Se trata de perder tu inseguridad y de centrarte en propósitos superiores. Podría tomar la forma de dar más a los que te rodean, ya sea tu tiempo o tu energía: éstos son en realidad tus dos recursos más valiosos. Podría ser algo tan importante como tomarte un año sabático para trabajar con los pobres o algo tan insignificante como dejar que unos cuantos coches te adelanten en mitad de un atasco de tráfico. Suena a rancio, pero si una cosa he aprendido es que la vida se mueve hacia una dimensión más mágica cuando empiezas a esforzarte por hacer del mundo un lugar más habitable. Al nacer, decía el yogui Raman, nosotros lloramos mientras el mundo se regocija. Sugería que deberíamos vivir de un modo que, en el momento de la muerte, el mundo llore mientras nosotros nos regocijamos.

Julián tenía razón. Una de las cosas que empezaban a fastidiarme de la abogacía era que no creía estar haciendo la clase de aportación que yo me sabía capaz de hacer. Desde luego, había tenido el privilegio de defender varios casos de esos que sientan precedente. Pero la ley se había convertido en un negocio desprovisto de amor. Yo, como muchos de mis coetáneos, fui un idealista en mi época de estudiante. En nuestros dormitorios, entre café y pizza rancia, planeábamos cambiar el mundo. Han pasado casi veinte años desde entonces, y mi ardiente deseo de fomentar el cambio ha dado paso a mi ardiente deseo de liquidar mi hipoteca y aumentar mi fondo de pensiones. Por primera vez en mucho tiempo, me di cuenta de que me había encerrado en un entorno de clase media que me protegía de la sociedad en general, un confortable capullo al que me había acostumbrado.
—Te contaré una historia interesante —continuó Julián—. Érase una vez una anciana a la que se le murió el marido. La mujer se fue a vivir con su hijo, la esposa de éste y una hija. Cada día, la anciana iba perdiendo vista y oído. A veces las manos le temblaban tanto que se le caían los guisantes al suelo y la sopa se le escurría del plato. A su hijo y su nuera les fastidiaba todo aquel desorden y un día dijeron basta. Dispusieron una mesita en un rincón para que la anciana comiera allí, a solas. Ella los miraba con lágrimas en los ojos desde la otra punta del comedor, pero ellos casi no le hablaban durante las comidas, salvo para regañarla porque se le caía el tenedor o la cuchara.
»Una tarde, antes de cenar, la niña estaba sentada en el suelo jugando con unos bloques de construcción. "¿Qué estás haciendo?", le preguntó su padre. "Construyo una mesita para ti y para mamá", dijo la niña. "Así, cuando yo sea mayor, podréis comer solos en un rincón."
El padre y la madre guardaron silencio durante un rato. Y luego se echaron a llorar. Se habían hecho conscientes de la naturaleza de sus actos y de la pena que habían causado. Aquella noche hicieron que la anciana ocupara de nuevo su sitio en la gran mesa de comedor, y a partir de entonces ella siempre comió con el resto de la familia. Y cuando algo de comida caía al suelo o un tenedor resbalaba de la mesa, a nadie le molestaba.

»Los padres de esta historia no eran malos —dijo Julián—. Simplemente necesitaban que la chispa de la conciencia prendiera la vela de la compasión. La vida es más plena cuando hay compasión y actos de bondad diarios. Medita cada mañana sobre el bien que vas a hacer a los demás durante la jornada. Las palabras sinceras de elogio para quienes menos lo esperan, los gestos de afecto a amigos que lo necesitan, las pequeñas muestras de cariño hacia tu familia, todo eso sumado cambia radicalmente la manera de vivir. Y hablando de amistades, cerciórate de que no las descuidas. Una persona que tiene tres amigos puede considerarse realmente rica.
Asentí con la cabeza.
—Los amigos dan humor, fascinación y belleza a la vida. Pocas cosas hay que rejuvenezcan tanto como compartir unas buenas carcajadas con un viejo amigo. Los amigos te bajan los humos cuando te pasas de santurrón. Los amigos te hacen sonreír cuando te tomas las cosas demasiado a pecho. Los buenos amigos están para ayudarte cuando la vida te lanza uno de sus reveses y las cosas parecen peores de lo que son. Cuando yo estaba muy solicitado profesionalmente, no tenía tiempo para amigos. Ahora estoy bastante solo, sin contarte a ti, John.
Julián recobró la compostura.
—Sin embargo, no dedico tiempo a las lamentaciones. Mis maestros de Sivana me enseñaron que «cada día es un día nuevo para el que vive una vida esclarecida».
Yo siempre había considerado a Julián una especie de gladiador de los tribunales, un superabogado que aplastaba los argumentos de sus oponentes como el karateka parte una pila de tablones reforzados. El hombre que yo había conocido hace tantos años se había transformado en alguien muy distinto: un hombre afable, bueno y pacífico. Sabía quién era él y qué papel representaba en el teatro de la vida. A diferencia de los demás, parecía considerar el dolor de su pasado como un sabio maestro pero, al mismo tiempo, daba a entender que su vida era mucho más que la suma de los acontecimientos pasados.
Los ojos de Julián brillaban con la esperanza de cosas venideras. Yo me veía envuelto en su sentido del placer por las maravillas de este mundo y atrapado en su inquebrantable alegría de vivir. Me parecía que Julián Mantle, duro e implacable asesor legal de los ricachos, había superado aquel ser humano que pasaba por la vida sin pensar en los demás, para convertirse en un ser espiritual que pasaba por la vida ocupándose exclusivamente de los demás. Tal vez era ése el camino que yo estaba a punto de iniciar.


Resumen de acción del capítulo 12
La sabiduría de Julián en pocas palabras


El símbolo:



La virtud:

Servir desinteresadamente a los demás


La enseñanza:

  La calidad de la vida se reduce en definitiva a la calidad de lo que
   Uno aporta
  Cultivar lo sagrado de cada día, vivir para dar
  Elevando la vida de los demás, la vida propia alcanza las más altas
   Dimensiones


Las técnicas:

  Practicar diariamente actos de bondad
  Dar a quienes lo piden
  Cultivar relaciones más ricas


Cita valiosa:

La cosa más noble que puedes hacer es dar a los demás. Empieza a centrarte en tu propósito superior.

El monje que vendio su ferrari: 11 La más preciada mercancía


ONCE

La más preciada mercancía


Un tiempo bien organizado es la señal más clara de una mente bien organizada.
Sir Isaac Pitman

—¿Sabes qué es lo gracioso de la vida? —me preguntó Julián.
—Dímelo tú.
—Que cuando la mayoría de la gente se da cuenta de lo que realmente quiere y de cómo obtenerlo, suele ser demasiado tarde. Los jóvenes no saben, los viejos no pueden.
—¿Es ése el sentido del cronógrafo de la fábula?
—Sí. El luchador de sumo japonés con el cable color de rosa que cubre sus partes resbala en un cronógrafo de oro que alguien ha perdido en el hermoso jardín —me recordó Julián.
—Lo recuerdo muy bien —sonreí.
A estas alturas, me había dado cuenta de que la fábula mística del yogui Raman no era más que una serie de apuntes pensados para enseñar a Julián los elementos de su filosofía de la vida esclarecida, al tiempo que servían para ayudarle a recordar cada paso. Se lo dije.
—Ah, el sexto sentido del abogado —replicó él con una sonrisa—. Tienes toda la razón. Los métodos de mis maestros me parecieron raros al principio, y yo me esforcé por comprender el significado del cuento como tú te preguntabas de qué estaba hablando cuando empecé a relatar la fábula. Pero te diré, John, que los siete elementos de la historia, desde el jardín y el luchador de sumo hasta las rosas amarillas y el camino de diamantes, que ahora pasaré a explicarte, sirven de poderosos recordatorios de lo que aprendí allá en Sivana. El jardín hace que me concentre en pensamientos inspiradores, el faro me recuerda que el propósito de la vida es una vida de propósito, el luchador de sumo me hace centrar en un autodescubrimiento constante, y el cable rosa me remite a las maravillas de la fuerza de voluntad. No pasa un día en que no piense en la fábula y reflexione sobre los principios que me enseñó el yogui Raman.
—¿Y qué representa exactamente el cronógrafo de oro?
—Es un símbolo de nuestra más importante mercancía: el tiempo.
—¿Y los pensamientos positivos, y el autodominio?
—Sin el tiempo no son nada. A los seis meses de mi llegada al delicioso retiro de Sivana, uno de los sabios vino a mi cabaña de rosas mientras yo estaba estudiando. Era una mujer llamada Divea, extraordinariamente hermosa, con unos cabellos negrísimos que le caían hasta la cintura. Con voz muy dulce y amable me dijo que ella era el miembro más joven de la comunidad. Me dijo también que venía a verme siguiendo instrucciones del yogui Raman, el cual le había explicado que yo era el mejor alumno que había tenido nunca.
»"Tal vez sea el dolor que sufriste en tu vida anterior lo que te permite abrazar nuestra sabiduría con el corazón tan abierto", dijo ella. "Por ser la más joven de la comunidad, se me ha pedido que te traiga un regalo de parte de todos nosotros. Te lo ofrecemos como muestra de respeto, por haber viajado desde tan lejos para aprender nuestra sabiduría. En ningún momento has ridiculizado nuestras tradiciones. Por consiguiente, aunque nos dejarás dentro de unas semanas, te consideramos uno de los nuestros. Ningún visitante ha recibido jamás lo que ahora voy a darte."
—¿Cuál fue el regalo? —pregunté.
—Divea sacó un objeto de su bolsa de algodón y me lo dio. Envuelto en una especie de papel muy aromático había algo que me sorprendió: un pequeño reloj de arena hecho con vidrio soplado y un taquito de madera de sándalo. Divea me dijo que cada uno de los sabios había recibido uno de aquellos instrumentos en su niñez. «Aunque no tenemos posesiones y nuestra vida es pura y simple, respetamos el tiempo y notamos su transcurso. Estos pequeños relojes nos sirven como recordatorio de nuestra mortalidad y de la importancia de vivir plenamente mientras avanzamos en el camino de nuestros propósitos.»
—¿Así que esos monjes perdidos en las cumbres del Himalaya respetaban el tiempo?
—Todos ellos comprendían perfectamente la importancia del tiempo. Todos habían desarrollado lo que yo llamo una «conciencia del tiempo». El tiempo se nos escurre de las manos como granitos de arena, y ya no vuelve. Quienes usan el tiempo sabiamente desde una edad temprana tienen la recompensa de una vida rica y productiva. Quienes jamás han conocido el principio de que «dominar el tiempo es dominar la vida» nunca llegarán a ser conscientes de su enorme potencial humano. El tiempo todo lo iguala. Tanto el rico como el desposeído, tanto el que vive en Texas como el que vive en Tokio, todos disponemos de los mismos días de veinticuatro horas. Lo que distingue a quienes viven una vida de excepción es el modo en que emplean el tiempo.
—Una vez oí decir a mi padre que la gente atareada es la única que tiene tiempo de sobra. ¿Tú qué opinas?
—Estoy de acuerdo. La gente productiva y atareada es muy eficaz con su tiempo; no le queda otro remedio si quiere sobrevivir. Ser bueno administrando el tiempo no significa volverse adicto al trabajo. Al contrario, dominar el tiempo te permite disponer de más tiempo para hacer las cosas que para ti tienen más significado. El dominio del tiempo conduce al dominio de la vida. Adminístralo bien. Y recuerda que es un recurso no renovable.
»Déjame ponerte un ejemplo. Supón que es lunes por la mañana y que tienes un montón de citas, reuniones y comparecencias. En vez de levantarte a las 6.30, tomar un café a toda prisa y salir pitando hacia el trabajo para pasarte el día con la lengua fuera, imagina que te tomas quince minutos la noche antes para planear tu jornada. O, más efectivo aún, supón que te tomas una hora de tu domingo para organizarte la semana. En tu agenda has anotado cuándo debes reunirte con tus clientes, cuándo te dedicarás a investigaciones legales y cuándo devolverás llamadas telefónicas. Es más, tus objetivos personales, sociales y espirituales para la semana también constan en tu agenda. Con este acto tan sencillo das equilibrio a tu vida. Asegurando los aspectos más vitales de tu vida en un programa diario, estás asegurando que la semana de trabajo, y tu vida, conserve su paz y su significado.
—No estarás sugiriendo que me tome un descanso en plena actividad para pasear por el parque o irme a meditar, ¿verdad?
—Naturalmente que sí. ¿Por qué te aferras tanto a las convenciones? ¿Por qué piensas que has de hacer lo que hacen los demás? Corre tu propia carrera, John. ¿Por qué no empiezas a trabajar una hora antes y así puedes ir a pasear a media mañana por ese hermoso parque que hay cerca de tu oficina? ¿O por qué no haces unas horas extra a principios de semana para terminar el viernes con tiempo de sobra para llevar a tus hijos al zoo? ¿O por qué no empiezas a trabajar en tu casa un par de días por semana y así ves más a tu familia? Sólo estoy diciendo que planifiques el trabajo y administres tu tiempo de manera creativa. Concéntrate en tus prioridades; las cosas más importantes de tu vida no deberían ser sacrificadas a las menos importantes. Y recuerda que quien fracasa en la planificación, planifica su fracaso. Anotando no sólo tus citas de trabajo sino también tus compromisos contigo mismo de leer, relajarte o escribir una carta de amor a tu esposa, serás mucho más productivo con tu tiempo. No olvides que el tiempo que empleas en enriquecer tus horas de asueto no es tiempo malgastado; eso hará que seas mucho más eficiente cuando estés trabajando. Deja de vivir en compartimientos estancos y entiende de una vez por todas que cuanto haces forma un todo indivisible. Tu comportamiento en casa afecta a tu comportamiento en el trabajo. Tu trato con la gente en la oficina afecta al trato que das a tu familia y tus amigos.
—De acuerdo, Julián, pero es que yo no tengo tiempo de descansar en mitad del día. De hecho, trabajo hasta la noche. Últimamente mi horario me tiene colapsado. —Noté un vahído en el estómago al pensar en la cantidad de trabajo que me esperaba.
—Estar ocupado no es excusa. La cuestión es: ¿qué es lo que te tiene tan ocupado? Una de las grandes reglas que aprendí de aquel viejo sabio es que el ochenta por ciento de los resultados que consigues en la vida viene de sólo el veinte por ciento de las actividades que ocupan tu tiempo. El yogui Raman lo llamaba «la vieja regla del Veinte».
—No te sigo.
—Bien. Volvamos a tu apretado lunes. De la mañana a la noche podrías emplear el tiempo haciendo muchas cosas, desde hablar por teléfono con clientes y redactar alegatos hasta leerle un cuento a tu hijo pequeño o jugar al ajedrez con tu mujer. ¿De acuerdo?
—Sí.
—Pero de los cientos de actividades a los que dedicas tu tiempo, sólo un veinte por ciento te dará resultados duraderos y reales. Sólo el veinte por ciento de lo que hagas tendrá influencia sobre la calidad de tu vida. Ésas son las actividades de «alto impacto». Por ejemplo, a diez años vista, ¿crees que todo el tiempo que habrás pasado chismorreando en un restaurante lleno de humo o viendo la televisión habrá servido para algo?
—No, supongo que no.
—Bien. Entonces estarás de acuerdo también en que hay ciertas actividades que sí interesan, y mucho.
—¿Quieres decir, por ejemplo, el tiempo invertido en mejorar mis conocimientos legales, en enriquecer mis relaciones con los clientes y en ser un abogado más eficiente?
—Sí, y el tiempo invertido en fomentar tu relación con Jenny y con los chicos. Tiempo invertido en estar en contacto con la naturaleza y agradecer todo lo que tienes la suerte de poseer. Tiempo invertido en renovar tu mente, tu cuerpo y tu espíritu. Son sólo algunas de las actividades de alto impacto que te permitirán diseñar la vida que mereces. Dirige todo tu tiempo a las actividades que interesan. La gente esclarecida se mueve por prioridades. Éste es el secreto del dominio del tiempo.
—Caray. ¿El yogui Raman te enseñó todo eso?
—Me he convertido en un estudiante de la vida. El yogui Raman fue sin duda un maestro maravilloso y yo no le olvidaré jamás. Pero todas esas lecciones que he aprendido en mis variadas experiencias se han unido ahora como piezas de un gran rompecabezas para mostrarme el camino hacia una vida mejor.
»Confío en que tú aprendas de mis primeros errores. Hay personas que aprenden de los errores ajenos. Éstos son los sabios. Otros piensan que las verdaderas enseñanzas vienen de la experiencia personal. Éstos soportan dolor e inquietudes innecesarias durante toda su vida.

Como abogado, había asistido a muchos seminarios sobre la organización del tiempo. Sin embargo, nunca había oído nada parecido a la filosofía de Julián. Organizar el tiempo no era simplemente algo en lo que uno pensaba en horas de trabajo y olvidaba después. Era más bien un sistema holístico que podía hacer más equilibradas y satisfactorias todas las facetas de mi vida, si lo aplicaba correctamente. Aprendí que planificando mi jornada y tomando el tiempo necesario para asegurar un uso equilibrado del mismo, no sólo iba a ser más productivo, sino también más feliz.
—Vaya, conque la vida es como una larga tira de beicon —tercié yo—. Para ser dueño de tu tiempo has de separar la grasa de la carne.
—Excelente. Estás en la onda. Y aunque mi faceta vegetariana me empuja a lo contrario, te diré que me encanta la analogía porque da justo en el clavo. Cuando empleas tu tiempo y tu preciosa energía en la carne, no te queda tiempo para malgastar en la grasa. En ese punto tu vida pasa del reino de lo ordinario a la exquisitez de lo extraordinario. Es ahí donde empiezas realmente a ser dueño de tu destino y las puertas del templo del esclarecimiento se abren de par en par.
»Eso me lleva a otra cuestión —prosiguió Julián—. No dejes que otros te roben tiempo. Cuídate de los ladrones de tiempo. Son esas personas que siempre te telefonean cuando acabas de acostar a tus hijos y te has apoltronado en tu butaca para leer una novela. Son las personas que tienen la costumbre de pasarse por tu oficina justo cuando acabas de encontrar unos minutos en mitad de un día caótico para descansar y pensar un poco. ¿Te suena todo esto?
—Como de costumbre, Julián, tienes toda la razón. Creo que siempre he sido demasiado cortés para pedirles que se fueran o no abrirles la puerta —dije.
—Con tu tiempo has de ser despiadado. Aprende a decir no. Tener el valor de decir no a las pequeñas cosas de la vida te dará fuerza para decir sí a las grandes cosas. Cierra tu despacho cuando necesites unas horas para trabajar en ese caso tan importante. Recuerda lo que te dije. No descuelgues el teléfono siempre que suene; el teléfono está ahí para servirte a ti, no a los demás. Curiosamente, la gente te respetará más cuando vea que eres una persona que valora su tiempo. Si ven que para ti el tiempo es precioso, ellos también lo valorarán.
—¿Qué me dices de la dilación? Muchas veces dejo a un lado lo que no me gusta hacer y me entretengo mirando propaganda de buzón u hojeando revistas. ¿Eso es matar el tiempo?
—Lo de «matar el tiempo», me parece una buena metáfora. Cierto, es humano hacer las cosas que nos gustan y eludir las que no nos gustan. Pero como te dije, las personas más productivas del mundo han cultivado el hábito de hacer las cosas que las personas menos productivas no gustan de hacer, aunque puede que a aquéllas tampoco les guste hacerlas.
Pensé profundamente sobre el principio que acababa de aprender. Tal vez mi problema no fuera la dilación; quizá mi vida se había vuelto demasiado complicada. Julián notó mi desvelo.
—El yogui Raman decía que quienes son dueños de su tiempo viven una vida sencilla. La naturaleza no previó un ritmo de vida frenético. Aunque él estaba convencido de que la felicidad duradera sólo era alcanzable por aquellos que se marcaban objetivos personales bien definidos, el vivir una vida llena de realización no tenía por qué implicar el sacrificio de la tranquilidad de ánimo. Esto es lo que más me fascinó. Me permitía ser productivo y al mismo tiempo realizar mis ansias espirituales.
Le abrí mi corazón a Julián:
—Siempre has sido honesto y sincero conmigo, así que yo lo seré también. No quiero renunciar a mi trabajo ni a mi casa ni a mi coche para ser más feliz y más dichoso. Me gustan mis juguetes y las cosas materiales que poseo. Son las recompensas por lo mucho que he trabajado todos estos años. Pero me siento vacío. Ya sabes en lo que soñaba cuando estaba en la facultad. Yo podría hacer mucho más en la vida. Estoy a punto de cumplir cuarenta años, y nunca he ido al cañón del Colorado ni a ver la torre Eiffel. Jamás he andado por el desierto ni cruzado un lago en canoa bajo un glorioso sol de verano. Ni una sola vez me he quitado los zapatos y los calcetines para andar descalzo por un parque, oyendo reír a los niños y ladrar a los perros. Ni siquiera recuerdo la última vez que di un paseo, después de una nevada para disfrutar de las sensaciones.
—Simplifica tu vida, entonces —me sugirió Julián—. Aplica el Ritual de la Simplicidad a cada aspecto de tu mundo. Si lo haces, seguro que tendrás más tiempo para paladear esas maravillas. Una de las cosas más trágicas que pueden sucedemos es renunciar a vivir. Muchas personas sueñan con un mágico jardin de rosas en lugar de disfrutar de las rosas que crecen en su propio patio. Es trágico.
—¿Alguna sugerencia?
—Eso lo dejo a tu imaginación. He compartido contigo muchas de las técnicas que aprendí de los sabios. Si tienes el coraje de aplicarlas, los resultados serán milagrosos. Ah, y eso me recuerda otra cosa que hago para que mi vida sea serena y sencilla.
—¿Cuál?
—Me encanta dormir una pequeña siesta por la tarde. Me mantiene vigoroso, fresco y juvenil. Supongo que podrías decir que se trata de un «sueño de belleza». —Julián rió.
—Bueno, la belleza nunca ha sido uno de tus fuertes.
—En cambio, uno de los tuyos es el sentido del humor, y te alabo por ello. Recuerda el poder de la risa. Al igual que la música, es un maravilloso tónico contra el estrés de la vida cotidiana. Yogui Raman lo expresó mejor cuando dijo: «La risa abre tu corazón y apacigua tu alma. Nadie debería tomarse la vida tan en serio como para olvidar reírse de sí mismo.»
Julián tenía un último aspecto que puntualizar sobre el asunto del tiempo.
—Esto es muy importante, John: deja de obrar como si te quedaran quinientos años de vida. Cuando Divea me trajo aquel reloj de arena me ofreció también un consejo que no olvidaré jamás.
—¿Qué fue?
—Que el mejor momento para plantar un árbol fue hace cuarenta años. El segundo mejor momento es hoy. No malgastes ni un minuto de tu vida. Fomenta una mentalidad de lecho de muerte.
—¿Cómo dices? —pregunté, impresionado por lo gráfico de la expresión—. ¿Qué es una mentalidad de lecho de muerte?
—Una manera nueva de ver tu vida, un paradigma, si lo prefieres, algo que te recuerda que hoy puede ser el último día y que, por tanto, debes aprovecharlo al máximo.
»En realidad es una filosofía sobre la vida. Cuando adoptas esa mentalidad vives cada día como si fuera el último. Imagina que al despertar te haces esta sencilla pregunta: ¿qué haría hoy si fuese el último día? Luego piensa en cómo tratarías a tu familia, a tus colegas e incluso a quienes no conoces de nada. Piensa en la excitación con que vivirías cada momento al máximo. La cuestión del lecho de muerte puede por sí sola cambiar tu vida. Aportará un entusiasmo y un ánimo especiales a todo lo que hagas. Empezarás a centrarte en todas las cosas importantes que has ido relegando y dejarás de despilfarrar el tiempo en las cosas nimias que te han ido arrastrando al atolladero del caos y la crisis.
»Fuérzate a hacer más y a experimentar más —prosiguió Julián—. Utiliza tu energía para ensanchar tus sueños. Sí, ensancha tus sueños, John. No aceptes una idea mediocre cuando tienes un potencial infinito dentro de la fortaleza de tu mente. Atrévete a apelar a tu grandeza. Es tu derecho natural.
—Pides mucho.
—Pues hay más. Para romper el maleficio de la frustración que a tantas personas acecha existe un remedio muy simple. Obra como si el fracaso fuera imposible y tendrás el éxito asegurado. Borra todo pensamiento de que no lograrás tus objetivos, sean materiales o espirituales. Sé valiente y no pongas límites a tu imaginación. No seas un prisionero de tu pasado. Conviértete en el arquitecto de tu futuro. Ya no serás el mismo.

Mientras la ciudad empezaba a despertar y la mañana brotaba en todo su esplendor, mi amigo empezó a mostrar los primeros síntomas de cansancio tras una noche entera compartiendo su saber con un alumno impaciente. El vigor, la energía y el entusiasmo de Julián me tenían pasmado.
—Nos acercamos al final de la fábula mágica del yogui Raman y al momento en que debo marcharme —dijo con suavidad—. Tengo mucho que hacer y muchas personas con las que hablar.
—¿Vas a decir a tus socios que has vuelto a casa? —pregunté.
—Seguramente no. Soy muy diferente del Julián Mantle que ellos conocían. No pienso lo mismo, no llevo la misma ropa, no hago las mismas cosas. Soy otra persona. No me reconocerían.
—Sí, realmente eres un hombre nuevo —concedí, riéndome por dentro al imaginar a este monje ataviado con el hábito tradicional de Sivana subiendo al despampanante Ferrari de su antigua existencia.
—Quizá sería más exacto decir un nuevo ser.
—No veo la diferencia —repuse.
—En la India se dice este aforismo: «No somos seres humanos con una experiencia espiritual. Somos seres espirituales con una experiencia humana.» Yo sé cuál es mi papel en el universo. Veo qué soy. Ya no estoy en el mundo. Es el mundo el que está dentro de mí.
—Me temo que necesitaré un rato para meditar sobre eso —dije.
—Por supuesto, amigo mío. Llegará un momento en que comprenderás claramente mis palabras. Si sigues los principios que te he revelado y aplicas las técnicas, ten por seguro que avanzarás por el camino del esclarecimiento. Acabarás dominando el arte de gobernarte a ti mismo. Verás tu vida como lo que realmente es: una pequeña marca en el lienzo de la eternidad. Y acabarás viendo claramente quién eres y cuál es el propósito de tu vida.
—¿Que es...?
—Servir, por supuesto. Por más grande que sea tu casa o más moderno tu coche, la única cosa que podrás llevarte al final de tu vida es tu conciencia. Escúchala. Deja que ella te guíe. Tu conciencia sabe lo que está bien. Ella te dirá que tu vocación es en definitiva servir a los demás de una manera u otra. Esto es lo que me ha enseñado mi odisea personal. Mi misión es divulgar las enseñanzas de los Sabios de Sivana a todos quienes necesitan oírlas. Es el propósito de mi vida.

El fuego del saber había atizado el espíritu de Julián, esto era patente incluso para alguien no esclarecido como yo. Era tan apasionado, tan ferviente en lo que decía, que eso se reflejaba incluso en su aspecto físico. Su transformación de fatigado abogado en vital y joven Adonis no era producto de un mero cambio de dieta ni de una dosis diaria de ejercicios gimnásticos. No, lo que Julián había encontrado en aquellas majestuosas montañas era una panacea mucho más profunda. Había dado con el secreto que las personas han estado buscando a lo largo de los siglos. Era algo más que el secreto de la juventud o incluso de la felicidad. Julián había descubierto el secreto del Yo.

Resumen de acción del capítulo 11
La sabiduría de Julián en pocas palabras


El símbolo:



La virtud:

Respetar el tiempo propio


La enseñanza:

  El tiempo es la mercancía más preciada y no es renovable
  Centrarse en las prioridades y mantener el equilibrio
  Simplificar la vida


Las técnicas:

  La vieja regla del Veinte
  Tener el coraje de decir «NO»
  La mentalidad del lecho de muerte


Cita valiosa:

El tiempo se nos escurre de las manos como granitos de arena, y ya no vuelve. Quienes emplean el tiempo sabiamente desde una edad temprana tienen la recompensa de una vida plena, productiva y satisfactoria.